Carrera al polo sur

Un adinerado marino llamado Jean Baptiste Charcot impulsó una expedición a la Antártida mientras todavía los dramáticos sucesos del Antarctic se estaban desarrollando. Ordenó construir un velero de tres mástiles específicamente para realizar esta aventura. 

Sansón, uno de los perros más grandes de la expedición de Shackleton.

Como dije, la primera expedición en la que participó Ernest Shackleton, fue como tercer oficial, al mando del capitán Ro- bert Scott. La Expedición Antártica Británica de 1901-1904, en la que ambos, en compañía del físico Edward Wilson, alcanzaron un punto de la meseta antártica situado a 857 kilómetros del polo Sur.

Esto, sin tener ninguna experiencia polar, ni en el manejo de los perros ni los trineos, mal comiendo, tomando decisiones equivocadas y produciéndose continúas disputas entre ellos. La expedición británica a la Antártida de 1907-1909, liderada por Ernest H. Shackleton, salió del puerto de Lyttelton, Nueva Zelanda, embarcados en el Nimrod el 1 de enero de 1908.

El 3 de febrero, el Nimrod dejó a Shackelton junto con un grupo de 14 hombres en el cabo Royds, en la isla de Ross. Los hombres se dividieron en tres grupos.

El primer grupo intentaría llegar al Polo Sur; el segundo se dirigiría al Norte para llegar al Polo Sur magnético, mientras que el tercero exploraría las montañas al oeste del estrecho de Mc Murdo.

Shackleton, tres compañeros y cuatro ponis salieron con destino al Polo Sur el 29 de octubre. Sufriendo grandes penurias, el 9 de enero de 1909 lograron alcanzar una latitud de 88° 23’ S, mucho más al sur que cualquier otra expedición anterior. Allí se vieron obligados a retornar debido a fuertes tormentas de nieve y a la escasez de víveres. Lograron volver al Nimrod y regresaron a salvo a Nueva Zelanda. Además de haberse acercado a 97, 5 millas náuticas (180, 6 kilómetros) del polo, la expedición registró otros dos logros importantes. Entre el 5 y el 11 de marzo de 1908, el grupo de Douglas

Mawson, Edgeworth David y Alistair Mackay hizo la primera ascensión al monte Erebus (3794 metros), el volcán más activo en la Antártida.

El 16 de enero de 1909, los mismos tres hombres llegaron al Polo Sur magnético.

El corazón de la Antártida, publicado en octubre de 1909, es un relato en dos volúmenes sobre la expedición. Shackleton escribió esta obra en su viaje en transatlántico desde Nueva Zelanda a Gran Bretaña.

Apenas de regreso a las a las islas Británicas, Shackleton empezó a preparar un nuevo viaje al continente antártico. “Más vale burro vivo que león muerto”, decía al justificar aquella decisión.

Y se puso a preparar otra expedición para alcanzar por fin el polo Sur. El 14 de diciembre de 1911, el noruego Roald Amundsen y cuatro de sus compañeros finalmente llegaron al polo. La expedición de Amundsen, fue la primera expedición en llegar al Polo Sur, liderada por el explorador noruego Roald Amundsen. Él, junto a cuatro de los miembros que lo acompañaron, llegaron al Polo el 14 de diciembre de 1911, con cinco semanas de antelación con respecto al grupo liderado por el inglés Robert Falcon Scott, de la expedición Terra Nova.

Amundsen y su equipo regresaron sanos y salvos a su base, siendo informados, más tarde, de que Scott, junto a cuatro compañeros más, habían muerto en el viaje de regreso.

En un principio, la idea de Amundsen era llegar al Ártico y conquistar el Polo Norte, para ello utilizó un navío preparado para navegar entre el hielo. Obtuvo la licencia para tripular y comandar el Fram, el navío de exploración polar de Fridtjof Nansen, y consiguió recoger una gran cantidad de dinero para financiar su proyecto. Sin embargo, en 1909, sus rivales norteamericanos, Frederick Cook y Robert Peary, anunciaron, cada uno de ellos, que habían llegado al Polo Norte, echando, así, abajo los planes de Amundsen.

Dadas las circunstancias, decidió alterar su destino e iniciar los preparativos para una expedición al Polo Sur; sin tener la certeza de si el público y sus patrocinadores se mantendrían a su lado, mantuvo en secreto su nuevo objetivo.

Cuando partió, en junio de 1910, la mayor parte de su tripulación creía que era el inicio de un viaje hacia el Ártico.

Amundsen  estableció  su  base  antártica,  de  nombre «Framheim», en la bahía de las Ballenas en la barrera de hielo de Ross. Tras meses de preparación, el establecimien- to de los depósitos y una salida en falso que casi termina en desastre, él y su grupo partieron hacia el Polo en octubre de 1911.

Esquema nro 7 Amundsen 1911/2

Durante el transcurso, descubrieron el Glaciar Axel Heiberg, que les ayudó en su ruta hasta la Meseta Antártica y, finalmente, hacia el propio Polo Sur. La maestría en el uso de esquíes y la experiencia con trineos tirados por perros hizo que su viaje fuese relativamente rápido y sin problemas mayores. Otros objetivos de esta expedición incluyeron la primera exploración de la península del Rey Eduardo VII y una vasta exploración oceanográfica.

Imagen del explorador noruego Roald Amundsen y de su grupo al conquistar el Polo Sur el 14 de diciembre de 1911

A pesar de que la expedición fue exitosa y fuertemente aplaudida, el trágico destino de Scott opacó su conquista.

Por otro lado, el hecho de que Amundsen hubiese decidido mantener en secreto la alteración de sus planes, fue bastante criticado. Los historiadores modernos reconocen la elevada capacidad y coraje de Amundsen y su grupo.

En su segunda aventura, Scott lideró a una partida de cinco hombres que alcanzó al polo sur el 17 de enero de 1912, algo más de un mes después que Amundsen.

De regreso desde el polo, un encuentro planificado con equipos de apoyo con perros de trineo procedentes del campamento base no llegó a producirse, a pesar de las instrucciones por escrito de Scott; por lo que a una distancia de 261 km de su base en la península de Hut Point y a solo 20 km del siguiente depósito de suministros, Scott y sus compañeros murieron.

Esquema nro 8 Scott 1911/2

Cuando se hallaron sus cuerpos estaban en posesión de los primeros fósiles antárticos que se han descubierto, los correspondientes al árbol Glossopteris, lo cual probaba que la Antártida estuvo alguna vez poblada de bosques y unida a otros continentes.

Tras conocerse la noticia de su muerte, Scott se convirtió en un héroe británico. En las últimas décadas del siglo XX, Scott pasó de leyenda a figura controvertida, cuestionado en su competencia y carácter a causa del desastre que terminó con su vida y con la de sus camaradas.

En el siglo XXI los historiadores han reconocido más posi- tivamente a Scott, teniendo en cuenta las temperaturas extre- madamente bajas de –40° C que se registraron en la Antártida en marzo de 1912 y el hecho de que no se cumplieron sus órdenes para que los asistieran en el regreso.

La estación de investigación científica en el Polo Sur recibió su nombre junto al de Amundsen.

El éxito de Amundsen en 1911 lejos de desanimarle, le dio fuerzas a Shackleton para escoger un objetivo mucho más ambicioso: la travesía de costa a costa de la Antártida pasando por el polo Sur, en un viaje glaciar de cerca de 3. 000 kilómetros.

La Expedición Imperial Transantártica, partió de Londres el 1 de agosto de 1914 a bordo del ‘Endurance’ y el ‘Aurora’. El objetivo de Shackleton era llegar a la Bahía Vahsel, junto al Mar de Weddell, para alcanzar desde allí el polo Sur y continuar hasta la isla de Ross en el otro extremo de la Antártida.

Con 28 hombres a bordo, el ‘Endurance’ quedó atrapado por la banquisa a la deriva sin poder alcanzar las costas antárticas.

Triturado por la presión de los hielos, el barco se hundió el 21 de noviembre de 1914 ante los ojos de la consternada tripulación. Salvaron lo poco que pudieron. Se perdió casi todo el equipo y tuvieron que sacrificar a los perros para poder alimentarse.

Transportando sus pocas pertenencias en trineos, recorrieron la torturada superficie helada del Mar de Weddell rumbo a la isla Paulet, a 554 kilómetros.

A veces caminando, otras a bordo de botes, fueron acercándose a su objetivo hasta que las corrientes marinas les impidieron alcanzarlo.

Haciendo uso de sus legendarias dotes de liderazgo, ‘el Jefe’, nombre con el que sus hombres conocían a Shackleton, cambió el rumbo para dirigirse a la isla Elefante, en el archipiélago de las Shetland del Sur.

Sus hombres no lo dudaron, alcanzándola a mediados del mes de abril de 1915. Una vez allí, Shackleton con cinco de sus hombres se embarcó en una chalupa que se hizo famosa: el ‘James Caird’.

A bordo de la embarcación que sólo medía 6, 7 metros de largo, se lanzaron en las azarosas aguas del Pasaje de Drake, en una singladura cuyo recorrido de 1. 280 kilómetros la convertía en algo peor que incierta. Su objetivo era la isla de San Pedro, donde entonces había una base ballenera.

Dieciséis días más tarde, ya sin una gota de agua, alcanzaron las islas de Georgias del Sur.

Shackleton y parte de su tripulación arribando a las Islas Georgias en el “James Caird”.

Allí se quedaron tres hombres mientras Shackleton partió con los otros dos en busca de la estación ballenera situada al otro lado de la isla.

Realizaron una travesía de 35 kilómetros cruzando montañas de más de 1. 200 metros de altura. Treinta y seis horas más tarde arribaron a la bahía Stormness. El 30 de agosto de 1915, después de un épico viaje, Shackleton regresaba a la isla Elefante a bordo de un remolcador chileno para recoger a sus hombres. Todos regresaron a Inglaterra sanos y salvos.

El análisis de este extraordinario caso de supervivencia en las peores condiciones posibles, ha demostrado el valor del trabajo en equipo y el poder del liderazgo para el logro de los objetivos más difíciles. Después de conocer todo aquello, no puede decirse que Shackleton fracasara.